EL PADRE DE MOHAMMED SALEM BUSARAIA (EL AAIÚN, 1950) ERA SARGENTO DEL EJÉRCITO ESPAÑOL PERO EN 1958 PARTICIPÓ EN EL QUE SE CONSIDERA EL PRIMER MOVIMIENTO DE LIBERACIÓN DEL SÁHARA. SE SUBLEVÓ CONTRA LA OCUPACIÓN ESPAÑOLA, MURIÓ EN LA BATALLA DE EDCHERA, Y COMO REPRESALIA, EL GOBIERNO DE FRANCO DESPOJÓ A SU FAMILIA DE DOS CASAS Y UNA TIENDA, QUE PUDIERON RECUPERAR SIETE AÑOS DESPUÉS.
Busaraia se trasladó a Madrid en 1973 a estudiar Ciencias de la Educación en la Universidad Complutense, donde se afilió en la clandestinidad al Partido Comunista de España y después al Partido Comunista Internacional. Sólo cursó hasta tercero porque en noviembre de 1975 se produce la Marcha Verde y el Frente Polisario lo reclama, junto a otros 77 estudiantes que estaban en la Península, dos en Egipto y unos cuantos en Francia y Argelia, para poner los cimientos del Estado saharaui en el exilio de Tinduf.
“No tenía más remedio que ir —dice—, el territorio estaba ocupado por Marruecos, y España nos dio la espalda, además de mi sentimiento nacional”. Dice Busaraia que sacrificó su carrera y la posibilidad de estar con su familia, que en Tinduf no había nada, “un terreno árido sin construcción ninguna” y que un Estado se comienza a construir “con la voluntad”.
Con una emisora móvil que proporcionó Argelia montaron la Radio Nacional del Sáhara. Busaraia ejercía como traductor y redactor aunque en los campamentos todos hacían de todo, y así se ganó así el sobrenombre del ‘Doctor', porque ayudaba en las tareas sanitarias.
La misión de la radio consistía en “concienciar a la población de los campamentos y movilizar a la de los territorios ocupados”. Se transmitían consignas, se daban los resultados del frente de batalla, se entrevistaba a aquellos que habían salido huyendo de El Aaiún para que sus familias supieran que estaban vivos y se intentaba convencer a la población marroquí de que los saharauis no eran hostiles al pueblo.
Reconoce que en una guerra, y aquella fue dura los primeros años, la primera víctima siempre es la verdad. La radio tenía una plantilla de siete personas, que a veces salía “a reportar al frente de batalla”. Otras siete personas se encargaban de la redacción del semanario ‘Sáhara Libre' y de la revista ‘20 de mayo' del Frente Polisario, que llegó a imprimir 12.000 ejemplares. Contaban con muy pocos medios y las noticias las elaboraban escuchando otras radios internacionales, pirateando las agencias para recibir los cables por télex, que era inútil cuando se acababa el rollo de papel y había que esperar a que lo enviaran desde Argel.
Busaraia comenzó a perder la visión nocturna por un proceso de desgaste de sus retinas. En 1989 se traslada a Cuba como agregado de prensa en la embajada y corresponsal para América Latina y para tratarse de su problema en la vista, que avanzaba imparable. Dice que “en la voluntad y en la precariedad”, La Habana y Tinduf eran parecidas.
Permaneció allí ocho años y acabó perdiendo la visión completamente, así que decidió venir a Lanzarote, por su cercanía al Sáhara, las relaciones culturales y de amistad, porque conocía a otros compatriotas en la Isla y para encontrarse con aquellos que salen de los territorios ocupados, a los que no ha vuelto desde 1975. Cree que quizá le permitirían la entrada pero no quiere dar la oportunidad al Gobierno de Marruecos de reconocer la ocupación con su presencia.
En Lanzarote comenzó a adaptarse a su nueva situación, se apuntó a la ONCE y aprendió braille y a usar el sistema Yaus para manejar el ordenador. Colaboró un año con el Movimiento por la Paz pero se dio cuenta de que su labor era difícil y su trabajo no era rentable, así que lo dejó. En Lanzarote ejerce como una especie de consejero para los jóvenes saharauis y asegura: “los que edificamos el embrión del Estado saharaui nos sentimos orgullosos de que haya una generación que pueda continuar la labor que hemos empezado”.
Dice que le tranquiliza saber que “la juventud saharaui, esté donde esté, lucha por un Sáhara independiente y lleva la causa saharaui en su maleta”. Reflexiona sobre el futuro del conflicto y afirma que “sin libertad, la vida no significa nada” y que “vivir pisoteado no es vivir”. Considera que la causa saharaui es una causa justa y que la voluntad del pueblo es inquebrantable así que confía en que algún día el Sáhara será independiente.
También cree que algún día el Gobierno español recapacitará y se dará cuenta de que “estamos unidos por la cultura y la lengua y que hay que fortalecer esa historia”. Cuando el Sáhara sea independiente, dice, los saharauis estarán dispuestos a compartir las riquezas de ese pueblo con sus vecinos para que todo el mundo se beneficie, “porque vivimos en una aldea global en la que cualquier beneficio y cualquier tragedia repercute sobre el resto”.
Busaraia concluye que la ocupación del Sáhara, al fin y al cabo, sólo es por dinero, por la pesca, por los fosfatos, por el gas... “Si no fuera por eso nadie estaría interesado en un desierto”.
Fuente: Diario de Lanzarote.
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