DAGYA LACHGAR INGRESÓ EN LA CÁRCEL POR PRIMERA VEZ EN 1980. LOS SIGUIENTES DOCE AÑOS, SU VIDA FUE UN CONSTANTE IR Y VENIR DE DIFERENTES PRISIONES MARROQUÍES. SU DELITO, EL MISMO QUE EL DE TANTOS SAHARAUIS, UNA INTENSA LUCHA POR LA DEFENSA DE LOS DERECHOS DE SU PUEBLO. LA ÚLTIMA DETENCIÓN TUVO LUGAR EN OCTUBRE DE 2009, REALIZADA EN EL AEROPUERTO MOHAMED V DE CASABLANCA CUANDO VOLVÍA DE LOS CAMPAMENTOS DE REFUGIADOS DE TINDUF JUNTO A OTROS SEIS ACTIVISTAS. LACHGAR ES LA ÚNICA MUJER DEL CONOCIDO COMO GRUPO DE LOS SIETE, DEL CUAL, TRES MIEMBROS CONTINÚAN AÚN EN PRISIÓN A LA ESPERA DEL JUICIO.
"Marruecos nos detuvo tras una visita organizada para ver a nuestros familiares en los campamentos. El trato ya fue vejatorio e insultante desde el primer momento", explica la activista saharaui, que ha visitado estos días Euskadi invitada por el Ayuntamiento de Bilbao y la Coordinadora de Organizaciones Solidarias con la RASD 27 de Febrero, en el marco de la celebración del 35 aniversario de la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática. "Nos taparon los ojos, nos metieron a todos en un cuarto pequeño y para comer solo nos daban medio trozo de pan y un poco de agua por las mañanas". Estuvieron allí encerrados durante ocho días, sometidos a constantes interrogatorios por parte de las autoridades marroquíes. "Nos preguntaban cómo fuimos a los campamentos, por qué, así durante ocho días", rememora Lachgar, quien asegura que sufrieron un brutal "maltrato psicológico".
Tras ocho días, el grupo fue enviado ante un tribunal militar, acusado de traición a la patria, y, después, a la cárcel de Salé, cercana a Rabat. "Era una cárcel común, estábamos con presos comunes marroquíes en circunstancias penosas. Nos metieron en los peores cuartos, donde estaba la gente pinchándose, drogándose, fuera de sí. La cárcel de Salé está superpoblada y las condiciones de los reclusos son pésimas", explica la activista. El relato de Lachgar está lleno de dolor. Denuncia haber sido víctima de insultos, vejaciones, abusos por parte de las autoridades marroquíes.
"Me intentaron obligar a que me quitara la melfa y que me pusiera una vestimenta tradicional marroquí, pero yo me negué. Hay una persecución, incluso, a la vestimenta saharaui", denuncia. Los primeros 16 días que pasaron en la cárcel de Salé no recibieron ningún tipo de visita. Ni de familiares, ni de abogados. Estaban incomunicados e indefensos.
1.500 KILÓMETROS "Después de 16 días, tuvimos la primera visita de familiares y abogados, pero a través de una doble valla que nos separaba. Vino mi padre, de 85 años, a verme, y tuvo un trato también vejatorio. De hecho, las propias autoridades marroquíes se lo llevaron de vuelta al Sahara Occidental, los 1.500 kilómetros de distancia", asegura. Las condiciones en las que se encuentran los presos saharauis es una de las principales quejas de los familiares, que este mismo mes han realizado huelgas de hambre para denunciar estos abusos. Los prisioneros, todos ellos activistas, están privados de sus derechos como ciudadanos, no tienen las mismas condiciones que los presos comunes, sus familias tienen que viajar 1.500 kilómetros para poder verlos solamente 15 minutos a la semana a través de barreras que les separan y bajo la atenta mirada de cinco o seis policías marroquíes. La mayoría de estos presos, además, están siendo sometidos a tribunales militares, a pesar de que se trata de civiles.
Lachgar salió en libertad provisional cuatro meses después de su detención debido a su delicado estado de salud mental, después del maltrato psicológico sufrido, mientras que tres compañeros lo hicieron dos meses después. Hoy en día quedan en la cárcel Ali Salem Tamek, Ahmed Nasiri y Brahim Dahan a la espera de que se celebre el juicio.
JUICIO El tribunal de Aaín Sbbah, en Casablanca, aplazó el pasado 11 de febrero, por segunda vez, el proceso al grupo de los siete, bajo el pretexto de una investigación adicional antes de dar su veredicto final. Según Lachgar, "están tratando de alargar el proceso para mantenerlos en la cárcel". "Están hostigando a los familiares y llamándoles a declarar. La hermana de uno de los detenidos, que vive en Italia, está obligada a prestar declaración el 24 de marzo", explica. La activista saharaui describe un clima de hostigamiento en los territorios ocupados, que se ha incrementado tras el desmantelamiento del campamento de Gdeim Izik el pasado 8 de noviembre. "Los seguimientos de militares y policiales son constantes, tanto de vigilancia en las casas, para saber quién entra y quién sale, como el seguimiento a los activistas. Ha habido detenciones masivas y se están haciendo juicios sumario en las zonas ocupadas".
Según Lachgar, en estos momentos continúan en prisión 151 activistas detenidos en noviembre, 20 de los cuales están siendo sometidos a juicios militares. "Todas estas prácticas llevan realizándose desde hace 35 años y buscan que el pueblo saharaui desista de su derecho inalienable a la autodeterminación y a la libertad". Ayer, era un día de celebración, la RASD cumplía años. Treinta y cinco años de lucha por una causa que se mantiene igual de viva. "Los saharauis no nos vamos a echar atrás porque ya hemos dado muchos hijos, hemos dados mucha sangre y hemos visto mucha tortura. No tenemos otra alternativa que seguir luchando", concluye, convencida de sus palabras, Lachgar.
DEIA, MARTA MARTÍNEZ.
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